American born Yolanda Montes, now in her 80s, reflects on her legendary career as dancer and film st | SO

Yolanda Montes, más conocida como “Tongolele”, ha sido una figura emblemática de la danza exótica y un ícono indiscutible del cine de oro mexicano.

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Nacida en Spokane, Washington, el 3 de enero de 1932, Tongolele cautivó al público con sus actuaciones expresivas, su estilo único y su enfoque audaz hacia la danza. Desde joven, Yolanda descubrió su pasión por el baile y decidió hacer de ello su vida.

Su camino hacia la fama comenzó en San Francisco, donde actuó en un grupo internacional de ballet, incursionó en el teatro y demostró su talento en cabarets. Fue aquí donde comenzó a experimentar con estilos de danza tahitiana y creó su nombre artístico “Tongolele”, un nombre influenciado por estilos africanos y haitianos.

A los 15 años llegó a México, donde sus atrevidas actuaciones rápidamente captaron la atención del público y la crítica.

Su habilidad para moverse con gracia y ritmo, combinada con sus movimientos de cadera expresivos, fascinó a las audiencias, aunque también generó críticas de sectores conservadores. Su llegada en 1947 coincidió con la época dorada del cine mexicano, dominada por actrices como Dolores del Río, Miroslava y María Félix.

Tongolele - IMDb

Sin embargo, a diferencia de estas actrices, Tongolele dejó su huella en géneros musicales como la rumba, trayendo una nueva ola de ritmos exóticos y tropicales al escenario. Noche tras noche, sus presentaciones atraían multitudes, y su estilo distintivo, junto con su icónica mecha blanca en el cabello, se convirtieron en su sello personal.

A mediados de los años sesenta, Tongolele grabó un álbum titulado *Tongolele Canta Para Usted*, en el que interpretaba canciones como “Insaciable”, “No Llores”, “Sensación” y “Me Quiero Perder Contigo”. Este álbum reveló otra faceta de su talento artístico y demostró su capacidad musical.

Su carrera no se limitó a la danza y la música; también incursionó en la televisión en 1984 con la telenovela *La Pasión de Isabela*, donde compartió pantalla con reconocidos actores mexicanos, consolidando aún más su posición en la industria del entretenimiento.

Además de su expresividad en el escenario y la pantalla, Tongolele desarrolló un talento por las artes visuales, especialmente en escultura y pintura, donde solía enfocarse en temas inspirados en África. Su obra artística fue expuesta en tres exhibiciones diferentes, ganando admiración y respeto en este medio también.

Su debut cinematográfico fue en la película *Nocturno de Amor* en 1947, dirigida por Emilio Gómez Muriel, donde compartió escenas con figuras destacadas como Miroslava y Víctor Junco. Esta película marcó el inicio de una larga y exitosa carrera en el cine.

Tongolele | Burlesque dancer, Yolanda Montes | CocoBettie | Flickr

A lo largo de los años, participó en numerosas películas, tales como *Han Matado a Tongolele*, *El Rey del Barrio*, *Mátenme Porque Me Muero*, *Chucho el Remendado* y *Si Mi Vida*, entre otras.

Cada papel ayudó a cimentar su legado, ya que aportó su encanto exótico y sus secuencias de baile cautivadoras a la pantalla grande. Incluso en 1981, sus apariciones musicales en películas como *Las Fabulosas del Reventón* y *Las Noches del Blanquita* demostraron que su atractivo seguía vigente.

La vida personal de Tongolele estuvo marcada por un amor profundo hacia su esposo cubano, Joaquín González, con quien se casó en Nueva York en 1956. Su relación fue un pilar de fortaleza para ella hasta la muerte de él en 1996. Juntos tuvieron dos hijos gemelos, Rubén y Ricardo, quienes fueron una fuente de alegría y orgullo para Tongolele.

A pesar de las demandas de su carrera, logró equilibrar su vida familiar, e incluso se apartó del escenario durante diez años para dedicarse a criar a sus hijos. No obstante, en 1965 volvió al escenario, continuando con sus cautivadoras actuaciones hasta su retiro en 2015.

Yolanda montes hi-res stock photography and images - Alamy

Con el paso de los años, Tongolele enfrentó los inevitables efectos del tiempo, y en 2010 comenzaron a aparecer los primeros signos de lo que inicialmente fue diagnosticado como demencia senil.

Más tarde, se confirmó que padecía la enfermedad de Alzheimer, una condición que lentamente la fue alejando del ojo público. En 2015, se retiró completamente, apartándose de la industria que había sido su vida durante tantos años.

Sin embargo, incluso cuando su memoria comenzó a desvanecerse, su pasión por la danza permaneció. Cada día, independientemente de la fecha o la hora, pasaba al menos una hora bailando al ritmo del Caribe y de los sonidos afroantillanos que habían definido su carrera.

Este ritual diario, alentado por sus médicos, le sirvió como un ejercicio terapéutico para combatir los efectos de su enfermedad. Le permitió mantener su salud física y seguir conectada con el mundo que alguna vez la había celebrado.

De muchas maneras, el baile se convirtió en un refugio para Tongolele, una forma de mantener viva la esencia de su identidad y un recordatorio de la alegría que había brindado a tantos.

A pesar de sus dificultades, el impacto de Tongolele sigue siendo innegable. Su valentía al desafiar las normas sociales, su dedicación a su arte y su viaje desde Estados Unidos hasta convertirse en un ícono mexicano son verdaderamente inspiradores.

A lo largo de su carrera, fue una pionera, desafiando los roles de género tradicionales y enfrentando las expectativas conservadoras de su época. Sus presentaciones no eran solo danza; eran expresiones de libertad, arte y fusión cultural.

Tongolele | Yolanda Montes (Tongolele) en la inauguración de… | Flickr

Su legado continúa resonando en el público, tanto en aquellos que la vieron en su época dorada como en las nuevas generaciones que descubren su historia. La vida de Tongolele es un ejemplo de resiliencia, pasión y la belleza de la autoexpresión.

A medida que enfrenta el Alzheimer, Tongolele sigue siendo un símbolo de fortaleza, un recordatorio de una época en la que la danza exótica cautivó a México y un testamento al poder perdurable del espíritu humano.

Hoy en día, Yolanda Montes, en sus 80 años, reflexiona sobre su legendaria carrera rodeada de fotografías y recuerdos. En las paredes de su casa en la Ciudad de México cuelgan imágenes de ella junto a personalidades como Celia Cruz, Octavio Paz y María Félix.

Con su característico mechón blanco en el cabello intacto, “Tongolele” vive rodeada de pinturas que representan su figura esculpida y sus intensos ojos azules. Estos recuerdos son un testamento de su impacto y su contribución a la cultura y el entretenimiento en México y más allá.

Cuando era joven y se le ofreció un trabajo en México, decidió cruzar la frontera, desconociendo que, años después, se convertiría en una de las estrellas más queridas y controvertidas del país.

Sus movimientos tahitianos y vestidos sugerentes escandalizaron a la sociedad conservadora de la época, y la Liga de Decencia llegó a calificar su espectáculo como “inapropiado”.

Qué fue de Yolanda Montes, la Tongolele? | Espectáculos

A pesar de las críticas, Tongolele se convirtió en una estrella de los clubes nocturnos más famosos de México y su fama rápidamente alcanzó al cine, protagonizando películas como *Nocturno de amor* y *La mujer de otro*.

Trabajó junto a algunos de los actores más famosos de México, como Pedro Infante, pero siempre rechazó la idea de casarse con alguno de ellos, sabiendo que eso pondría en riesgo su carrera. “Sabía que si me casaba, me alejarían del baile, aunque ellos dijeran que no. Vi que esto les ocurría a otras artistas.

Así que preferí el baile al matrimonio”, explicó en una entrevista. Finalmente, se casó con el músico y colega Joaquín González, pero le pidió que mantuvieran en secreto su matrimonio. “Sabía que eso enfriaría el interés del público, especialmente en mi estilo,” confesó.

Entrevista Exclusiva con Yolanda Montes "Tongolele"

Tongolele desafió las expectativas, no solo en términos de su carrera sino también en cómo construyó su vida personal y profesional.

Su amor por el baile y su deseo de vivir de acuerdo a sus propias reglas la llevaron a abrir caminos y dejar un legado duradero. En el ocaso de su vida, sigue siendo recordada como una pionera, una artista cuya influencia trasciende generaciones.

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