Yanina Latorre, una figura pública en Argentina, ha compartido con el tiempo aspectos de su vida personal que revelan una faceta sensible y vulnerable de su historia familiar, la cual ha estado marcada por la presencia del alcoholismo y la depresión de su padre.

La vida de Yanina se desenvuelve en un contexto de clase media en el barrio de Belgrano, en Buenos Aires. Asistía a la escuela de “Las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús” y creció en una familia que, a simple vista, seguía un modelo tradicional.

Su madre era una típica ama de casa, dedicada a la crianza de sus dos hijas y con la rutina de llevarlas y recogerlas del colegio.

Su padre, en cambio, era director de banco y, aunque parecía tener una buena posición laboral y estabilidad económica, enfrentaba graves problemas personales que afectarían profundamente a su familia y en particular a Yanina.

La situación familiar de Yanina estuvo marcada por el alcoholismo de su padre, un problema que tuvo repercusiones significativas en la vida de todos.

Según ella misma relató, su padre no murió a causa directa del alcohol, es decir, no padeció cirrosis, pero el abuso de esta sustancia fue una constante en su vida y terminó afectando su salud y, eventualmente, su estado emocional.

Yanina describe a su padre como un “alcohólico triste”, es decir, alguien que consumía alcohol no como medio de diversión o recreación, sino como una manera de lidiar con una tristeza profunda, con una depresión que lo atormentaba y que lo hacía buscar alivio en el alcohol.

Este estado de tristeza persistente afectaba su manera de vivir y de relacionarse con los demás, generando un ambiente tenso y complejo en el hogar.

Este contexto llevó a la madre de Yanina a tomar la decisión de separarse, ya que el ambiente se tornó “invivible”. La dependencia de su padre por el alcohol era tan intensa que, según narra Yanina, él llegaba al punto de consumir perfumes u otros líquidos que contenían alcohol.

Esta situación se volvió insoportable, y cuando Yanina tenía solo 15 años, su madre finalmente decidió que la separación era el único camino viable para preservar la paz y el bienestar en el hogar.

La separación fue un momento decisivo que marcó un antes y un después en la vida de Yanina y su hermana, Maite.

La relación entre su padre y su madre quedó destruida, y aunque él no era un hombre violento ni agresivo, su tristeza y dependencia al alcohol generaban una atmósfera sombría que se extendía a todos los aspectos de la vida familiar.

La época en que Yanina creció también influyó en su experiencia. En aquel entonces, hablar abiertamente sobre problemas como el alcoholismo o la depresión no era común ni socialmente aceptado.

Vivir en una sociedad donde se juzgaba con severidad a las familias que enfrentaban problemas internos generaba en Yanina una sensación de vergüenza que la llevó a ocultar esta parte de su vida.

Crecer en un colegio católico y de alto prestigio, rodeada de personas que, en apariencia, llevaban vidas sin problemas, hacía aún más difícil para Yanina expresar y aceptar la realidad de su familia.

Así, durante años, mantuvo en silencio las dificultades que enfrentaba en casa y no reveló a nadie que sus padres estaban separados.

Yanina recuerda que la sociedad veía la separación de sus padres como un “pecado mortal”, y su madre era considerada de alguna manera como la responsable de la situación.

Sin embargo, a pesar de esta compleja realidad, Yanina siempre ha expresado una gran admiración y gratitud hacia su madre. La describe como una “guerrera” que se dedicó por completo a sus hijas, dándoles el amor y el apoyo que necesitaban en medio de las dificultades.

A pesar de los problemas y las presiones sociales, su madre fue una figura de fortaleza y ejemplo para Yanina. Gracias a ella, Yanina logró enfrentarse a las adversidades de su vida y convertirse en la persona que es hoy.

Por otro lado, la relación con su hermana Maite también ha tenido sus altibajos. Yanina menciona que, aunque se llevan bien, suelen tener “idas y venidas” debido a sus diferentes personalidades y a la manera en que cada una lidia con los problemas familiares.

Aparentemente, Maite tiene una personalidad más pasiva y menos proactiva que Yanina, lo que en ocasiones genera tensiones entre ellas, especialmente cuando se trata de cuidar a su madre en la actualidad.

Yanina reconoce que, al igual que su padre, Maite tiende a caer en la tristeza, algo que a veces le resulta frustrante a Yanina, quien ha desarrollado una personalidad más fuerte y determinada para enfrentar las dificultades.

A lo largo de su vida y carrera, Yanina ha logrado superar las inseguridades y los miedos que la acompañaron durante su infancia y adolescencia.

La vergüenza que alguna vez sintió por la situación de su padre ha dado paso a una aceptación de su historia familiar y a una visión más comprensiva de lo que su padre atravesaba.

En una época en la que la depresión y el alcoholismo eran temas tabú, Yanina no pudo entender completamente el dolor que su padre experimentaba.

Sin embargo, con el tiempo y la madurez, ha llegado a comprender que su padre era una persona que, al igual que muchas otras, intentaba lidiar con un dolor profundo a través del alcohol.

La tristeza que él sentía y su incapacidad para enfrentarla de manera saludable lo llevaron por un camino autodestructivo que terminó por desgastar la relación con su esposa e hijas.

Hoy en día, Yanina no solo comparte esta parte de su historia personal como una manera de expresar su vulnerabilidad, sino también como una forma de generar conciencia sobre los efectos destructivos del alcoholismo y la depresión en las familias.

Su historia refleja las dificultades de vivir con un familiar alcohólico y la carga emocional que esto puede imponer en los hijos, quienes muchas veces deben crecer más rápido y asumir responsabilidades emocionales a una edad temprana.

La experiencia de Yanina no es única; muchas personas en todo el mundo han enfrentado o enfrentan situaciones similares y pueden identificarse con su historia.

Además, Yanina ha demostrado que es posible superar los traumas del pasado y construir una vida llena de éxito y satisfacción personal.

A pesar de las dificultades y el dolor que vivió, ella ha logrado establecerse como una figura respetada y reconocida en los medios de comunicación, un logro que su padre no pudo ver, ya que falleció antes de que Yanina comenzara su carrera en el ámbito público.

No obstante, Yanina mantiene la convicción de que su padre estaría orgulloso de ella y de los logros que ha alcanzado.

La historia de Yanina Latorre es un testimonio de resiliencia y fortaleza. Es un recordatorio de que, aunque las experiencias dolorosas del pasado pueden marcarnos, también pueden servir como fuente de aprendizaje y crecimiento personal.

Su capacidad para hablar abiertamente sobre su familia, sobre su padre y sobre los momentos difíciles que vivió es un ejemplo para muchas personas que quizás aún no se atreven a enfrentar sus propios traumas y que pueden encontrar inspiración en su historia.

A medida que más personas como Yanina compartan sus experiencias, la sociedad avanzará hacia una comprensión más empática y abierta de problemas como el alcoholismo y la depresión.

La historia de Yanina nos muestra que, aunque las heridas del pasado pueden ser profundas, la capacidad de sanar y construir una vida plena y significativa siempre está al alcance de quienes se atreven a enfrentar y aceptar su historia personal.