Miguel Romano es un nombre que, para muchos en Argentina, es sinónimo de estilo, dedicación y excelencia en el mundo de la peluquería.
Durante más de seis décadas, este maestro del arte capilar se convirtió en una figura central en la vida de Susana Giménez, la diva indiscutida de la televisión argentina.
Sin embargo, detrás de la relación profesional y casi fraternal que los unió por tantos años, han surgido tensiones y malentendidos que hoy lo colocan en el centro de un debate mediático.
En este relato, exploramos la trayectoria de Miguel Romano, sus sentimientos hacia Susana y las controversias que han surgido en torno a su relación con la diva y otros colegas del ámbito artístico.
Desde el comienzo de su carrera, Miguel Romano se destacó por su talento innato y su capacidad para entender las necesidades específicas de sus clientas.
Él no solo se dedicaba a cortar y peinar el cabello, sino que se preocupaba profundamente por la salud y la estructura del pelo, desarrollando técnicas innovadoras para lograr resultados perfectos. Según sus propias palabras, “conozco los pelos como conozco mi vida”.
El vínculo entre Miguel Romano y Susana Giménez fue, durante años, un pilar en la construcción de la imagen pública de la diva. Susana confiaba plenamente en él para sus apariciones en televisión, en eventos y en sesiones de fotos.
Según Romano, esta relación iba más allá de lo profesional; él describe a Susana como su hermana, alguien con quien compartió momentos importantes y a quien siempre admiró por su belleza, carisma y autenticidad.
Sin embargo, en los últimos tiempos, esta relación comenzó a cambiar. Susana decidió trabajar con otros peluqueros, lo que generó malestar en Miguel Romano.
En una reciente entrevista, Romano expresó su descontento al enterarse de que un nuevo asistente, a quien él mismo había formado en el pasado, ahora estaba trabajando con Susana.
Según él, este joven peluquero no tiene el conocimiento ni la experiencia necesarios para manejar el cabello de la diva. “No se puede comparar un trabajo de 60 años con alguien que recién está comenzando”, afirmó, visiblemente afectado por la situación.
Miguel Romano fue especialmente crítico con el aspecto que presentó Susana en una reciente aparición pública. Según su análisis, el cabello lucía desprolijo, sin movimiento y con una apariencia que él describió como “un pelo de muñeca abandonada”.
Para Romano, esto es inaceptable, ya que el cabello de Susana siempre fue parte de su marca personal, un símbolo de su elegancia y sofisticación.
“El pelo tiene que estar programado, tiene que tener forma y movimiento. No se trata de pegar extensiones al azar, sino de entender la estructura del cabello y trabajar en consecuencia”, explicó.
A pesar de su frustración, Miguel Romano dejó en claro que su amor y respeto por Susana Giménez permanecen intactos.
En sus declaraciones, negó cualquier acusación de traición hacia ella y afirmó que siempre estaría dispuesto a volver a trabajar con la diva si ella lo necesitara.
“Si me llama con cariño, no tengo ningún problema en prepararle el cabello nuevamente”, dijo.
Sin embargo, también reconoció que se siente herido por algunas decisiones de Susana, como no haberlo consultado antes de cambiar de peluquero o no haberle pedido consejo sobre los nuevos estilistas con los que trabaja.
Además de la controversia profesional, Romano también atraviesa un momento personal difícil. La reciente pérdida de su esposa, con quien compartió 60 años de vida, lo ha afectado profundamente.
Durante la entrevista, Miguel habló con emoción sobre el dolor que siente y sobre su decisión de viajar a España para esparcir las cenizas de su esposa en Toledo, el lugar de origen de ella.
Este viaje, según él, también representa una oportunidad para alejarse de las tensiones que enfrenta actualmente en Argentina y para encontrar un poco de paz en medio de su duelo.
A pesar de las dificultades, Romano continúa trabajando con la misma dedicación que lo ha caracterizado durante toda su carrera. A sus más de 80 años, sigue atendiendo a clientas en su salón y compartiendo su conocimiento con la nueva generación de peluqueros.
Sin embargo, también se muestra crítico hacia algunos jóvenes profesionales que, según él, no tienen la humildad ni la paciencia necesarias para aprender el oficio. “No tengo egoísmo para enseñar, pero muchos de los chicos de hoy creen que ya lo saben todo y no están dispuestos a escuchar”, lamentó.
La figura de Miguel Romano ha sido objeto de numerosas especulaciones y comentarios en las redes sociales. Muchos usuarios expresaron su apoyo al maestro, destacando su trayectoria y su papel fundamental en la carrera de Susana Giménez.
Otros, en cambio, cuestionaron su actitud hacia los nuevos peluqueros y lo acusaron de no aceptar los cambios en la industria. Sin embargo, Romano se mantiene firme en sus convicciones y en su amor por su profesión. “Yo no hago esto por dinero, lo hago porque amo mi trabajo y porque quiero lo mejor para mis clientas”, afirmó.
En cuanto a Susana Giménez, Miguel Romano la describió como “la viva número uno de Argentina”, alguien que ya no tiene nada que demostrar porque ha logrado todo en su carrera.
Sin embargo, también expresó su preocupación por algunas decisiones recientes de la diva, como el uso excesivo de maquillaje y filtros en sus apariciones públicas. Según él, estos elementos pueden restarle naturalidad y autenticidad a su imagen, algo que siempre fue una de las fortalezas de Susana.
El vínculo entre Miguel Romano y Susana Giménez es un reflejo de una relación compleja, llena de altibajos, pero también de mucho cariño y respeto mutuo.
Aunque las tensiones actuales han generado un distanciamiento, es evidente que ambos comparten un profundo aprecio por todo lo que han vivido juntos.
Para Romano, Susana siempre será una parte importante de su vida, no solo como clienta, sino como amiga y hermana de corazón.
En conclusión, la historia de Miguel Romano es la de un hombre que dedicó su vida al arte de la peluquería y que se convirtió en una figura emblemática en el mundo del espectáculo argentino.
Su talento, su pasión y su compromiso con la excelencia lo han llevado a alcanzar el reconocimiento y el respeto de sus colegas y clientas. Sin embargo, también ha enfrentado desafíos personales y profesionales que ponen a prueba su fortaleza y su capacidad para adaptarse a los cambios.
A pesar de todo, Miguel Romano sigue siendo un símbolo de dedicación y amor por su oficio, un verdadero maestro que ha dejado una huella imborrable en la historia de la peluquería en Argentina.