En una entrevista de 2008, Susana ofreció detalles sobre su tumultuosa relación con Carlos Monzón, el legendario boxeador argentino con quien vivió una historia de amor apasionada pero también llena de desafíos.
“Monzón no fue un tipo fácil”, expresó Susana, en lo que sería un intento de sintetizar una relación que, si bien estuvo llena de momentos felices, también dejó cicatrices profundas en su vida.
La relación entre Susana y Monzón comenzó en los años setenta, cuando ambos estaban en la cima de sus respectivas carreras.
Ella era una estrella consolidada en la televisión y el cine, mientras que él había alcanzado la fama mundial como campeón de boxeo.
La atracción fue inmediata, alimentada por el magnetismo que ambos irradiaban. Sin embargo, más allá de las luces de los reflectores y las sonrisas para las cámaras, su relación estaba plagada de tensiones y desencuentros.
Según Susana, Monzón era un hombre complicado, con un temperamento difícil y una personalidad que a menudo desbordaba en conflictos.
Durante la entrevista, Susana recordó los buenos momentos que compartió con Monzón, describiéndolo como un hombre carismático, apasionado y lleno de energía.
En su apogeo, Monzón era una figura imponente tanto dentro como fuera del ring, y su fama lo convirtió en un ícono nacional. Sin embargo, esa misma intensidad que lo caracterizaba en su carrera también se manifestaba en su vida personal, a menudo de maneras poco saludables.
Susana no evitó hablar de los aspectos oscuros de la relación, mencionando episodios de celos y discusiones que marcaban su convivencia.
“Era un hombre que te hacía sentir viva, pero también te agotaba”, confesó, refiriéndose a la dualidad de emociones que experimentó junto a él.
Uno de los momentos más emblemáticos de su relación fue su participación conjunta en la película La Mary, estrenada en 1974.
La química entre ellos en la pantalla grande era palpable, y la película no solo consolidó a Susana como una actriz de renombre, sino que también dejó en evidencia la intensidad de su vínculo con Monzón.
Durante el rodaje, las emociones entre ellos estaban a flor de piel, lo que llevó a que su historia de amor se trasladara del guion a la vida real.
Susana recordó que trabajar con Monzón fue una experiencia única, pero también agotadora, pues él no era un actor profesional y a menudo tenía dificultades para seguir las indicaciones del director.
A pesar de esto, ambos lograron plasmar una conexión auténtica en la película, que aún hoy es recordada como un clásico del cine argentino.
Sin embargo, más allá del arte y el glamour, la realidad de su relación era mucho más compleja. Monzón, nacido en un entorno humilde en Santa Fe, había crecido enfrentando dificultades y luchando por abrirse camino en un mundo competitivo.
Esa dureza que había forjado en el ring también se reflejaba en su carácter, algo que Susana experimentó de primera mano.
“Era un hombre acostumbrado a ganar, a imponer su voluntad, y eso a veces hacía que fuera difícil convivir con él”, explicó.
Los conflictos entre ellos no tardaron en surgir, y aunque ambos intentaron mantener su relación a flote, las diferencias eran demasiado grandes.
Susana también habló de los celos de Monzón, que a menudo se convertían en un obstáculo en su relación.
“Era muy celoso, y eso generaba muchas peleas”, recordó. La fama de Susana y su constante exposición mediática a veces provocaban inseguridades en Monzón, quien no siempre sabía cómo manejar la atención que ella recibía.
A pesar de sus diferencias, ambos compartían una conexión única que los mantenía unidos, al menos por un tiempo. “Había amor, pero también había muchos problemas”, confesó Susana, haciendo un balance de aquella etapa de su vida.
Con el tiempo, la relación entre Susana y Monzón llegó a su fin, marcada por los altibajos emocionales y las tensiones que nunca pudieron resolver por completo.
A pesar de todo, Susana aseguró que no guarda rencores hacia Monzón y que recuerda los momentos felices que compartieron juntos.
“Lo quise mucho, y sé que él también me quiso, a su manera”, expresó con nostalgia. Reconoció que su relación con Monzón fue una de las más importantes de su vida, aunque también una de las más difíciles.
En la misma entrevista, Susana reflexionó sobre el impacto que Monzón tuvo en su vida y en su carrera. Aunque su relación fue breve, dejó una marca indeleble en ella, tanto a nivel personal como profesional.
“Aprendí mucho estando con él, sobre la vida, sobre el amor y sobre mí misma”, afirmó.
A lo largo de los años, Susana ha hablado en varias ocasiones sobre su relación con Monzón, siempre con una mezcla de cariño y sinceridad al abordar los aspectos más complejos de su vínculo.
El legado de Carlos Monzón, tanto en el deporte como en su vida personal, sigue siendo un tema de debate y análisis en Argentina.
Para muchos, Monzón fue un héroe nacional, un hombre que superó las adversidades para convertirse en campeón mundial.
Sin embargo, su vida también estuvo marcada por episodios oscuros, incluida su condena por el asesinato de Alicia Muñiz, su última pareja.
Susana no evitó mencionar este trágico capítulo en la entrevista, expresando su tristeza por cómo terminaron las cosas para Monzón. “Es una pena lo que pasó, pero él tenía muchos demonios internos que nunca pudo superar”, reflexionó.
La relación entre Susana y Monzón es recordada como una de las más icónicas de la farándula argentina, una historia de amor que encapsula el glamour, la pasión y los desafíos de dos personalidades fuertes en un contexto de fama y presión mediática.
A pesar de las dificultades, Susana siempre ha hablado de Monzón con respeto y admiración, reconociendo tanto sus virtudes como sus defectos.
“No fue fácil, pero fue real”, concluyó, dejando en claro que, a pesar de los obstáculos, su relación con Monzón fue una experiencia que la marcó profundamente y que forma parte de la rica historia de su vida.
En definitiva, la historia de Susana Giménez y Carlos Monzón es un recordatorio de cómo las relaciones pueden ser tan complejas como las personas que las forman.
A través de sus palabras, Susana ha mostrado una perspectiva honesta y reflexiva sobre su tiempo con Monzón, destacando tanto los momentos de felicidad como los desafíos que enfrentaron juntos.
Su testimonio no solo arroja luz sobre la vida de dos figuras legendarias, sino que también ofrece una visión humana y sincera de las emociones que pueden surgir en medio de la fama y el éxito.