En medio del auge de la serie biográfica sobre Monzón, que explora tanto su carrera profesional como los aspectos más oscuros de su vida, Susana decidió hablar abiertamente sobre lo que describió como una “pasión brutal” que compartió con el ex campeón mundial de boxeo.
Sus declaraciones no solo arrojan luz sobre una relación marcada por la intensidad y la violencia, sino que también ofrecen una perspectiva sobre el carácter de Monzón y las dinámicas de poder y emociones extremas que dominaron su vínculo.
La relación entre Susana y Monzón fue, según sus propias palabras, apasionada pero también turbulenta.
En sus entrevistas recientes, Susana recordó que vivieron una historia de amor intensa, donde la pasión y el deseo parecían ser los motores principales, pero donde también existían celos y peleas constantes.
Uno de los aspectos más reveladores de su relato fue la confirmación de un episodio de violencia física, algo que había sido objeto de rumores durante años.
Aunque Susana prefirió no entrar en detalles sobre este incidente, sí aclaró que ocurrió después de la ruptura de la relación y no mientras estaban juntos como pareja.
Este episodio marcó un punto crítico en una relación que, según ella, ya venía deteriorándose debido a las actitudes posesivas y temperamentales de Monzón.
Susana describió cómo los celos extremos de Monzón afectaron profundamente su relación. Recordó que él se enfurecía si alguien la miraba en la calle o incluso si un conocido se acercaba a saludarla.
Esta actitud controladora llevó a Susana a modificar su comportamiento, bajando la mirada o evitando cualquier interacción que pudiera desencadenar una reacción violenta de parte de Monzón.
Estas escenas, narradas por Susana, reflejan no solo la intensidad emocional de su vínculo, sino también las dinámicas tóxicas que se habían instaurado entre ellos. Según ella, este patrón de celos y conflictos fue minando lentamente la relación, llevándolos a un punto de no retorno.
Uno de los episodios más comentados y que fue motivo de especulación durante años fue un supuesto incidente en el que Susana apareció con un golpe en la frente.
En su reciente entrevista, la actriz negó rotundamente esta versión, explicando que nunca ocurrió lo que algunos medios insinuaban. Sin embargo, sí admitió haber sufrido un episodio de violencia, aunque reiteró que no daría detalles al respecto.
Esta admisión fue suficiente para confirmar lo que muchos habían sospechado: que su relación con Monzón estuvo marcada por momentos de agresión, más allá de las intensas peleas verbales que ambos reconocieron.
La relación entre Susana y Monzón también tuvo sus momentos de ternura y complicidad, lo que hizo que fuera aún más compleja y difícil de abandonar.
Susana recordó cómo Monzón, un hombre de origen humilde y con poca educación formal, le agradeció profundamente por enseñarle a leer.
Ella narró con cariño cómo jugaban a ser maestra y alumno, y cómo lo ayudó a mejorar su dicción, su manera de vestir y su capacidad para desenvolverse en ámbitos sociales. Incluso mencionó que la primera novela que leyó Monzón, gracias a su influencia, fue “Tiburón”.
Estos detalles pintan un cuadro más humano de la relación, mostrando que, a pesar de las dificultades, hubo momentos de aprendizaje mutuo y afecto genuino.
Sin embargo, estos momentos positivos no fueron suficientes para contrarrestar los aspectos negativos de la relación. Según Susana, las constantes peleas y los celos enfermizos de Monzón terminaron por desgastar la relación.
Aunque no pudo recordar con exactitud qué fue lo que detonó la ruptura definitiva, insinuó que podría haber sido una infidelidad por parte de Monzón.
“Seguramente me metió algún cuerno y me harté”, declaró Susana, dejando entrever que llegó a un punto en el que ya no estaba dispuesta a tolerar más conflictos.
También reconoció que, en ocasiones, ella misma reaccionaba con violencia, admitiendo que en algún momento le lanzó un bolso a Monzón en medio de una pelea.
Esta confesión demuestra que la relación era, en muchos sentidos, una batalla constante, marcada por explosiones emocionales de ambos lados.
La figura de Monzón ha sido objeto de controversia durante décadas, no solo por su indiscutible talento en el ring, sino también por los aspectos oscuros de su vida personal.
Su historia estuvo marcada por su ascenso desde la pobreza extrema hasta convertirse en un campeón mundial de boxeo, pero también por su incapacidad para manejar la fama y el poder que adquirió.
Monzón fue conocido por su carácter explosivo y su tendencia a la violencia, algo que se reflejó en sus relaciones personales, incluida la que tuvo con Susana Giménez.
La serie biográfica sobre Monzón ha reavivado estas discusiones, llevando a muchos a reflexionar sobre las complejidades de su personalidad y el legado que dejó.
Para Susana, hablar sobre su relación con Monzón no ha sido una tarea fácil. En varias ocasiones ha expresado lo difícil que fue para ella superar esa etapa de su vida, marcada por el amor, la pasión, pero también por el dolor y los conflictos.
A pesar de todo, Susana ha dejado claro que no guarda rencor hacia Monzón y que prefiere recordar los momentos positivos que compartieron.
Su decisión de hablar abiertamente sobre estos temas, aunque limitada en detalles, es un testimonio de su fortaleza y su disposición para confrontar el pasado, incluso cuando este está lleno de cicatrices emocionales.
La relación entre Susana y Monzón es, en muchos sentidos, un reflejo de las dinámicas de poder y género que aún persisten en muchas relaciones.
Susana, una mujer fuerte e independiente, se encontró atrapada en una relación con un hombre que, a pesar de su éxito profesional, tenía inseguridades profundas que se manifestaban en su comportamiento controlador y violento.
Estas experiencias no solo marcaron a Susana, sino que también ofrecen una lección importante sobre la necesidad de abordar y combatir la violencia de género en todas sus formas.
En última instancia, la historia de Susana y Monzón es una de amor, dolor y superación. A través de sus palabras, Susana ha dejado claro que, aunque vivió momentos difíciles, también aprendió lecciones importantes que la ayudaron a crecer como persona.
Su capacidad para hablar abiertamente sobre estos temas, incluso décadas después, es un testimonio de su resiliencia y su compromiso con la verdad.
Mientras la serie sobre Monzón continúa generando interés y debate, las palabras de Susana sirven como un recordatorio de las complejidades de las relaciones humanas y la importancia de confrontar el pasado con honestidad y valentía.