Ambos personajes, íconos de los años 70, vivieron una relación cargada de pasión, celos y secretos que marcaron sus vidas y dejaron huella en la memoria colectiva de sus seguidores.
Sandro, cuyo verdadero nombre era Roberto Sánchez, era conocido como el “Elvis argentino”. Su estilo particular, su voz y sus movimientos en el escenario cautivaron a una generación de fanáticos.
Por otro lado, Susana Giménez se estaba consolidando como una de las personalidades más queridas de la televisión y el cine argentino, famosa por su belleza y carisma.
Fue en este contexto en el que estos dos ídolos coincidieron en el set de filmación de “La Mary”, película que se convirtió en un clásico del cine argentino y que los unió sentimentalmente.
La química entre Susana y Sandro era innegable. Los rumores de una relación entre ellos no tardaron en surgir.
Los medios de comunicación de la época no perdieron la oportunidad de especular sobre el romance que florecía entre ambos.
Sin embargo, este amor no se desarrolló sin obstáculos. Tanto Sandro como Susana estaban en relaciones con otras personas en aquel entonces, lo que añadió una capa de controversia a su vínculo.
Sandro estaba en pareja con Julia Adela Viani, una mujer que no pertenecía al mundo del espectáculo y que, aunque conocía los sacrificios que implicaba estar con una figura pública, no podía evitar sentirse insegura ante la popularidad y el atractivo de su novio.
Susana, por su parte, mantenía una relación con el boxeador Carlos Monzón, un hombre conocido no solo por su talento en el cuadrilátero, sino también por su temperamento fuerte y su carácter impulsivo.
El rodaje de “La Mary” fue el escenario perfecto para que la pasión entre Susana y Sandro se desatara. A pesar de los esfuerzos de ambos por mantener su relación en privado, las miradas, los gestos y los momentos de complicidad entre ellos eran evidentes para todos los que estaban presentes en el set.
La atracción entre ellos traspasaba la pantalla y se convertía en un espectáculo en sí mismo. Sin embargo, los celos y la tensión comenzaron a afectar sus vidas personales.
Julia y Carlos, sus respectivas parejas, no podían ignorar lo que estaba sucediendo. Carlos Monzón, en particular, no tardó en mostrar su descontento. Su relación con Susana siempre fue turbulenta, y los rumores sobre su romance con Sandro solo intensificaron los conflictos entre ellos.
Monzón, quien más tarde sería condenado por el asesinato de su esposa Alicia Muñiz, no era un hombre fácil de tratar. Susana confesó en varias ocasiones que había sufrido episodios de violencia por parte de Monzón, quien no dudaba en recurrir a la agresión para intentar controlar su relación.
Años después, Susana revelaría que fue víctima de golpes y maltrato psicológico durante su relación con el boxeador, una experiencia que marcó profundamente su vida.
Por otro lado, Sandro, aunque profundamente enamorado de Susana, siempre fue una persona reservada respecto a su vida privada.
Su filosofía de separar su vida pública de su vida personal era clara: “Yo vendo la piel de Sandro, pero si además vendo la piel de Roberto Sánchez, ¿qué me queda?”, solía decir.
Esta actitud discreta y misteriosa solo alimentaba el interés y la curiosidad de sus seguidores, quienes veían en él a un hombre apasionado y romántico.
A pesar de los obstáculos, la relación entre Sandro y Susana continuó por un tiempo.
Sin embargo, la presión de los medios, los celos de Monzón y el carácter reservado de Sandro finalmente los llevaron a poner fin a su romance. No obstante, su conexión perduró y, con el tiempo, ambos desarrollaron una relación de respeto y cariño mutuo.
Años después, Susana recordó a Sandro con mucho afecto en varias entrevistas, en las que se refirió a él como uno de los grandes amores de su vida. La atracción que sintió por él en su juventud seguía latente, y su respeto por el cantante se mantenía intacto.
En uno de sus encuentros en televisión, ambos se mostraron cómplices y nostálgicos, recordando los momentos que vivieron juntos. Sin embargo, los rumores sobre su relación nunca dejaron de rondar.
La serie “Sandro de América”, lanzada en 2018, dedicó un capítulo a explorar la relación entre Sandro, Susana y Julia, lo que reavivó el interés en esta historia de amor y celos.
La serie retrató la intensidad de los sentimientos que Sandro y Susana compartieron, así como los conflictos y las dificultades que enfrentaron debido a sus respectivas parejas y a la presión mediática.
La vida amorosa de Susana Giménez no estuvo exenta de otros escándalos. Después de su relación con Sandro y Monzón, Susana vivió varios romances que capturaron la atención del público y los medios. Uno de los más sonados fue su matrimonio con Humberto Roviralta en 1988.
Aunque al principio parecía que había encontrado la estabilidad que tanto anhelaba, la relación con Roviralta se deterioró con el tiempo, culminando en un divorcio tumultuoso en 1998.
La separación fue ampliamente cubierta por los medios, especialmente debido a la suma millonaria que Roviralta exigió a Susana como parte del acuerdo de divorcio.
Al final, ella accedió a darle diez millones de dólares, aunque el conflicto no terminó ahí. En un episodio que se volvió icónico en la prensa, Susana lanzó un cenicero en la cara de Roviralta, acción que fue interpretada como un símbolo de su hartazgo y determinación de no dejarse pisotear.
Este incidente solo reafirmó la imagen de Susana como una mujer fuerte y determinada, capaz de defenderse y de enfrentar las adversidades.
A lo largo de su vida, Susana Giménez ha demostrado ser una mujer con una gran capacidad para sobreponerse a los desafíos, tanto en el ámbito personal como en el profesional.
Su relación con Sandro quedó en el pasado, pero el cariño y el respeto que ambos se tuvieron nunca desaparecieron.
La conductora y el cantante siempre guardaron una relación especial, basada en la admiración mutua y en el reconocimiento de lo que compartieron.
La historia entre Susana y Sandro es un reflejo de una época en la que los romances entre celebridades se vivían con una intensidad y una pasión que pocas veces se ven hoy en día. A pesar de los conflictos, los celos y las controversias, ambos lograron dejar una marca imborrable en el corazón de sus seguidores y en la historia del espectáculo argentino.
La vida amorosa de Susana Giménez y Sandro estuvo llena de altibajos, marcada por la pasión y la controversia. Ambos personajes lograron trascender las barreras de su tiempo y convertirse en íconos de la cultura popular argentina.
Sus historias de amor, sus peleas y sus reconciliaciones son parte de una narrativa que, con el tiempo, se ha convertido en leyenda.
Susana, con su carisma y determinación, y Sandro, con su misterio y encanto, lograron conquistar el corazón del público y mantenerse vigentes a pesar de los años.
La historia de amor entre Susana Giménez y Sandro es una prueba de cómo las relaciones en el mundo del espectáculo pueden ser tan complejas y apasionadas como las de cualquier persona, pero con la diferencia de que, en su caso, todo se desarrolla bajo el ojo crítico de los medios y el escrutinio del público.
A pesar de todo, tanto Susana como Sandro lograron preservar su esencia y continuar con sus vidas, demostrando que, aunque el amor puede ser complicado y a veces doloroso, también puede ser una fuente de fortaleza y aprendizaje.