Estas son historias de equipos legendarios, de generaciones doradas que cautivaron al mundo con su talento, pero que quedaron marcadas por la ausencia de un título importante.
Analizaremos algunos de los casos más emblemáticos de selecciones nacionales que tuvieron todo para triunfar, pero se quedaron cortas en su búsqueda de la consagración.
Comencemos con la Colombia de los años 90, una generación inolvidable que marcó un antes y un después en la historia del fútbol colombiano.
Liderados por el carismático Carlos Valderrama, acompañado por figuras como René Higuita, Faustino Asprilla y Andrés Escobar, esta selección no solo llevó a su país a tres Mundiales consecutivos, sino que también participó en cinco ediciones de la Copa América.
Sin embargo, a pesar del talento desbordante y de ser considerados como uno de los equipos más atractivos de la época, nunca lograron alzar un título.
Episodios como el famoso “escorpión” de Higuita y el desafortunado autogol de Escobar en el Mundial de 1994 han quedado grabados en la memoria colectiva, pero también simbolizan los altibajos de esta generación.
Lo más irónico de todo es que, tras el retiro de estos jugadores, la generación siguiente logró conquistar la Copa América en 2001, dejando una mezcla de orgullo y melancolía en los corazones colombianos.
Pasemos ahora a una de las generaciones más mediáticas y prometedoras de la historia del fútbol: la Inglaterra de principios de los 2000.
Este equipo, liderado por estrellas como David Beckham, Frank Lampard, Steven Gerrard, Wayne Rooney, y Michael Owen, contaba con talento en todas las posiciones.
Sobre el papel, parecía un equipo destinado a romper la sequía de títulos que Inglaterra arrastraba desde 1966. Sin embargo, los resultados nunca llegaron.
La Eurocopa de 2004 y el Mundial de 2006 representan dos de los mayores fracasos de esta generación, con eliminaciones dolorosas ante Portugal, marcadas por errores como el famoso penal fallado por Beckham o la expulsión de Rooney.
Las expectativas eran enormes, pero el equipo nunca logró consolidarse como una fuerza dominante, dejando a los aficionados ingleses con el amargo sabor de la frustración.
Otro caso emblemático es el de Bélgica, una selección que durante años fue considerada una “cenicienta” en el fútbol internacional, hasta que apareció una generación dorada encabezada por Kevin De Bruyne, Eden Hazard, Romelu Lukaku y Thibaut Courtois.
Desde el Mundial de 2014, Bélgica comenzó a figurar como una de las favoritas en los grandes torneos, alcanzando su punto más alto en el Mundial de 2018, donde llegaron a semifinales.
Sin embargo, ese “Prime” no se tradujo en títulos, y el Mundial de Catar 2022 marcó el final de una era, con una Bélgica envejecida que no logró pasar de la fase de grupos. Este equipo dejó una huella imborrable por su estilo de juego, pero su legado estará siempre incompleto sin un trofeo que lo respalde.
Italia, una potencia histórica del fútbol, también tiene su propia historia de generaciones doradas que quedaron a las puertas del éxito. La Italia de Roberto Baggio en los años 90 es quizás el caso más recordado.
Este equipo, que incluía a leyendas como Paolo Maldini, Franco Baresi y Gianluca Pagliuca, llegó a la final del Mundial de 1994, donde enfrentaron a Brasil en un partido que se decidió en penales.
El penal fallado por Baggio, que envió el balón por encima del travesaño, se ha convertido en una de las imágenes más icónicas y trágicas de la historia del fútbol.
La Argentina del pasado reciente también entra en esta lista, especialmente la generación de mediados de los 2000. Este equipo, que contaba con figuras como Juan Román Riquelme, Hernán Crespo, Carlos Tévez, Javier Mascherano y un joven Lionel Messi, parecía tener todo para dominar el fútbol internacional.
Sin embargo, los resultados nunca llegaron. La eliminación ante Alemania en los cuartos de final del Mundial de 2006 y la dolorosa derrota ante Brasil en la final de la Copa América de 2007 son recordatorios de las oportunidades desperdiciadas.
Las diferencias internas, los egos y las polémicas, como la ruptura entre Riquelme y Maradona, también jugaron un papel en el fracaso de este equipo, que dejó un vacío en los corazones de los aficionados argentinos.
Otro caso curioso es el de Portugal antes de Cristiano Ronaldo. En los años 2000, Portugal tenía una plantilla repleta de estrellas como Luís Figo, Rui Costa, Deco y Pauleta.
Esta generación llegó a la final de la Eurocopa de 2004, donde fueron derrotados por una sorprendente Grecia, en uno de los mayores golpes de la historia del torneo.
Aunque llegaron a las semifinales del Mundial de 2006, nunca lograron conquistar un título. Irónicamente, fue Cristiano Ronaldo, años después, quien finalmente rompió la sequía al ganar la Eurocopa de 2016, cerrando un capítulo de frustraciones para el fútbol portugués.
Finalmente, llegamos a Brasil, una nación que históricamente ha sido sinónimo de éxito en el fútbol, pero que en los últimos años ha enfrentado una crisis de identidad.
La generación actual, liderada por jóvenes promesas como Vinícius Júnior, Rodrygo y Endrick, tiene un peso inmenso sobre sus hombros.
A pesar de que Brasil sigue siendo una potencia en el fútbol de clubes, su selección ha perdido esa aura de invencibilidad que la caracterizaba. Ronaldinho, en su momento, advirtió sobre la falta de alegría y pasión en el juego de la nueva generación, y muchos ven esta crítica como una realidad.
Los fracasos en los Mundiales recientes y la ausencia de un estilo de juego definido han dejado a los aficionados brasileños cuestionándose si volverán a ver a su selección dominar como lo hacía en el pasado.
Estas historias nos recuerdan que el fútbol no siempre premia al más talentoso, sino al que logra superar los desafíos tanto dentro como fuera del campo.
Las generaciones doradas de Colombia, Inglaterra, Bélgica, Italia, Argentina, Portugal y Brasil quedarán en la memoria colectiva no solo por su talento, sino también por el vacío que dejaron al no alcanzar la gloria máxima.
Sin embargo, su legado va más allá de los títulos; son recordatorios de la belleza y la crueldad del fútbol, un deporte donde los sueños y las decepciones van de la mano.