Su fallecimiento marcó el fin de una era en la comunicación y abrió un capítulo de recuerdos y reflexiones sobre el impacto que tuvo no solo en los medios, sino también en las vidas de quienes compartieron con ella su recorrido personal y profesional.
Belén Rodríguez, una de las colaboradoras más cercanas a la familia Campos durante décadas, confirmó durante su llegada al tanatorio que la periodista no falleció debido al cáncer, como inicialmente se había especulado, sino a otra enfermedad que finalmente acabó con su vida.
Belén Rodríguez, visiblemente emocionada, expresó lo difícil que habían sido los últimos días tanto para la familia Campos como para aquellos que formaron parte de su círculo más íntimo.
“Han sido unos días muy difíciles”, dijo a su llegada al tanatorio de La Paz, donde familiares, amigos y colegas se reunieron para despedir a una mujer que marcó una huella imborrable en sus vidas.
Rodríguez, quien en los últimos tiempos había estado distanciada de la familia debido a un desencuentro con Carmen Borrego, decidió dejar atrás las diferencias y se volcó por completo en apoyar a quienes consideraba casi una extensión de su propia familia.
“Al final formamos parte de las vidas unos de otros”, expresó con una mezcla de melancolía y gratitud.
La colaboradora, que había recibido una llamada de Terelu Campos días antes del fallecimiento, no dudó en acudir al hospital para estar cerca de María Teresa durante sus últimos momentos.
Para Belén, Teresa no era solo una figura profesional con la que trabajó durante años, sino también una amiga y mentora que jugó un papel fundamental en su vida tanto personal como profesional.
Carmen y Terelu Campos, las hijas de María Teresa, estaban visiblemente devastadas por la pérdida de su madre.
“Están completamente destrozadas”, comentó Belén.
“Ha sido una enfermedad muy dura que desgasta mucho, y los días en el hospital fueron intensos y cargados de emociones”.
María Teresa, a lo largo de su vida, construyó no solo una carrera brillante, sino también un legado de amor y conexión familiar que se vio reflejado en la cantidad de personas que acudieron a rendirle homenaje en su despedida.
Belén Rodríguez destacó que María Teresa no solo fue una maestra en el ámbito profesional, sino también un pilar en su vida personal.
“Ella fue fundamental en mi vida, tanto personal como profesionalmente.
Me brindó las primeras oportunidades que definieron mi carrera y me ayudaron a encontrar mi camino en este mundo”, recordó Rodríguez conmovida.
A través de los años, Teresa no solo impulsó la carrera de Belén, sino que también le permitió desarrollar su estilo único y su capacidad para analizar los realities, habilidades que terminaron convirtiéndose en las principales fortalezas de Rodríguez como colaboradora televisiva.
A pesar de la tristeza, Belén aprovechó el momento para reflexionar sobre el reencuentro con las hermanas Campos.
Durante más de un año, su relación con Carmen y Terelu había atravesado un periodo de enfriamiento debido a un desacuerdo con Carmen Borrego que puso en pausa una amistad de décadas.
“Dejamos de ser íntimas después de toda una vida juntas, 40 años compartidos”, relató con pesar.
Sin embargo, el fallecimiento de María Teresa sirvió como catalizador para recuperar el contacto y superar las diferencias.
Belén explicó que, después de la muerte de su propia madre, quien también había tenido una relación cercana con los Campos, se sintió como parte de la familia, una conexión que ahora valora más que nunca.
La colaboradora confesó que la noticia de la muerte de María Teresa todavía era difícil de asimilar.
“Me quedo muy coja”, declaró con lágrimas en los ojos.
“Desde el otro día casi no he podido reaccionar, todavía me cuesta creerlo”.
En su relato, Belén dejó claro el profundo impacto que tuvo Teresa en su vida, describiéndola como una figura maternal y una guía que siempre estaba allí para apoyar y orientar a quienes la rodeaban.
“Significaba mucho para mí, no solo como profesional, sino como persona.
Era alguien que siempre estaba dispuesta a dar y a cuidar de los demás”.
En el tanatorio, la atmósfera estaba cargada de emociones.
Amigos, colegas y familiares se acercaron para rendir homenaje a una mujer que fue mucho más que una comunicadora; fue un símbolo de perseverancia, talento y humanidad.
Durante las décadas que trabajó en televisión, María Teresa construyó una carrera que la convirtió en un referente, pero también cultivó relaciones profundas con las personas que la rodearon, dejando un legado que trasciende lo profesional.
Belén Rodríguez destacó la fortaleza de Carmen y Terelu durante este difícil periodo.
A pesar del dolor, las hermanas Campos mostraron una resiliencia admirable, reflejando la enseñanza de su madre sobre cómo enfrentar las adversidades con dignidad y entereza.
Belén también reconoció que, aunque su relación con Carmen había sido tensa en el pasado, este momento les permitió reencontrarse y recordar lo que realmente importaba: la familia y el amor compartido por María Teresa.
“Al final, lo que queda son los momentos vividos juntos, las enseñanzas y el cariño.
Teresa siempre decía que la familia era lo más importante, y creo que su partida nos ha recordado eso de una manera muy poderosa”, reflexionó Belén.
Para ella, el último adiós a María Teresa fue más que una despedida; fue una oportunidad para valorar las conexiones humanas y el impacto que una persona puede tener en las vidas de los demás.
En sus palabras finales, Belén expresó su esperanza de que la memoria de María Teresa Campos siga viva no solo en sus seres queridos, sino también en el público que tanto la admiró.
“Teresa nos enseñó que la comunicación no es solo una profesión, sino una forma de conectar con los demás, de contar historias y de dejar una huella en el mundo.
Su legado perdurará en todos nosotros”, concluyó.
El fallecimiento de María Teresa Campos marcó el fin de una era, pero también fue un recordatorio del poder de la familia, la amistad y el legado que una persona puede dejar.
Para Belén Rodríguez, y para muchos otros que compartieron su vida con Teresa, este no es un adiós definitivo, sino un hasta luego, con la promesa de mantener viva su memoria en cada palabra, en cada gesto y en cada recuerdo compartido.