Paulo Dybala es, sin duda, uno de los talentos más intrigantes y prometedores que ha dado Argentina en las últimas décadas.
Sin embargo, su carrera se ha visto marcada por un hecho inevitable: haber nacido en la misma época y jugar en la misma posición que Lionel Messi, una de las mayores leyendas del fútbol mundial.
Esta coincidencia lo ha condenado a ser el eterno suplente en la selección argentina, algo que ha impactado profundamente su trayectoria.
A pesar de ello, Dybala ha demostrado una paciencia y un amor inquebrantables por los colores de su patria, incluso cuando las oportunidades han sido escasas.
Paulo Ezequiel Dybala nació el 15 de noviembre de 1993 en Córdoba, Argentina. Desde pequeño, mostró un talento excepcional para el fútbol, destacándose por su habilidad con la pierna izquierda.
Su padre, en un acto de fe, había profetizado que uno de sus hijos sería una gran estrella del fútbol, y Paulo cumplió con creces esa expectativa.
Desde sus primeros días en el Instituto de Córdoba, Dybala fue apodado “La Joya” debido a su capacidad técnica y su visión de juego. Sin embargo, su camino hacia el éxito no fue fácil.
A los 15 años, sufrió una de las mayores pérdidas de su vida: la muerte de su padre. Este trágico suceso marcó un antes y un después, motivándolo a cumplir la promesa que le había hecho a su padre de triunfar en el fútbol.
Dybala debutó profesionalmente en el Instituto de Córdoba, donde rápidamente se convirtió en una sensación. Con apenas 17 años, anotó 17 goles en una temporada en la segunda división del fútbol argentino, lo que llamó la atención de varios equipos europeos. En 2012, el Palermo de Italia lo fichó, marcando el inicio de su aventura en Europa.
A los 18 años, Dybala se estableció como una pieza clave del equipo, ayudando al Palermo a ascender a la Serie A con sus goles y asistencias. Su estilo de juego, que combinaba la elegancia argentina con la táctica y precisión italianas, lo convirtió en una figura única.
En 2015, la Juventus, uno de los clubes más prestigiosos de Italia, pagó 40 millones de euros por su fichaje. En Turín, Dybala vivió su etapa más gloriosa a nivel de clubes.
En su primera temporada, anotó 23 goles y ayudó al equipo a ganar la Supercopa de Italia. Su habilidad para asumir el rol de líder tras el retiro de Alessandro Del Piero lo consolidó como el nuevo rostro de la Juventus.
Durante su tiempo en el club, Dybala formó una breve pero brillante dupla con Cristiano Ronaldo, con quien compartió momentos memorables. Sin embargo, a pesar de su éxito en la Juventus, su relación con la selección argentina fue mucho más complicada.
Desde su primera convocatoria, Dybala se encontró en una posición difícil. Jugar en la misma posición que Messi y ser zurdo, como él, limitó sus oportunidades en la albiceleste.
Aunque fue convocado para el Mundial de 2018, apenas jugó unos minutos, y en las ediciones de la Copa América de 2015 y 2016, ni siquiera fue considerado. La paciencia de Dybala fue puesta a prueba una y otra vez, pero nunca perdió la esperanza de brillar con los colores de su país.
Uno de los momentos más reveladores de su carrera ocurrió cuando admitió públicamente que era difícil jugar con Messi. Sus declaraciones, aunque lógicas desde un punto de vista táctico, no fueron bien recibidas ni por la prensa ni por los aficionados.
Esta honestidad le costó aún más minutos en la selección y, posiblemente, influyó en su ausencia en la Copa América 2021, donde Argentina rompió una sequía de 28 años sin títulos. A pesar de ello, Dybala nunca mostró resentimiento y continuó trabajando en silencio, esperando su oportunidad.
En el Mundial de 2022, Dybala finalmente tuvo un papel más destacado, aunque limitado. Jugó solo 15 minutos en las semifinales contra Croacia y unos pocos más en la final contra Francia. Sin embargo, su impacto fue inmediato. En la tanda de penales, marcó con una serenidad que refleja su carácter y su capacidad para responder en los momentos más importantes.
En el plano de clubes, tras su salida de la Juventus, Dybala encontró una nueva casa en la Roma. Bajo la dirección de José Mourinho, ha vuelto a brillar, anotando 34 goles y dando 18 asistencias en menos de dos temporadas.
Su conexión con la afición italiana es profunda, al punto de que donó su medalla de campeón del mundo al museo del club como muestra de agradecimiento.
Italia, el país que lo adoptó futbolísticamente, ha sido testigo de su grandeza, incluso cuando en su tierra natal no siempre lo han valorado como merece.
A pesar de todo, Dybala sigue siendo un modelo de profesionalismo y humildad. Nunca ha buscado el conflicto ni ha generado polémicas innecesarias, manteniendo siempre una actitud positiva.
Su historia es un recordatorio de las complejidades del fútbol moderno, donde el talento a veces no es suficiente para garantizar un lugar en el campo.
Su único “pecado” parece haber sido nacer en la época de Messi, un jugador único que ha dominado el panorama futbolístico durante más de una década.
El caso de Dybala plantea preguntas importantes sobre la gestión del talento en el fútbol.
¿Qué habría sido de su carrera si hubiera jugado para otro país o en otra época? Italia, gracias a su ascendencia materna, le ofreció la posibilidad de representar a la azzurra, pero Dybala, fiel a su corazón, eligió Argentina.
Este acto de lealtad, aunque admirable, lo condenó a un rol secundario que nunca hizo justicia a su potencial. En conclusión, Paulo Dybala es un jugador cuya historia está llena de contrastes.
Por un lado, es un ídolo en Italia, donde su talento ha sido reconocido y celebrado. Por otro, es una figura incomprendida en Argentina, donde las circunstancias han limitado su protagonismo.
A pesar de estos desafíos, Dybala sigue siendo un ejemplo de perseverancia y amor por el deporte. Su legado, aunque marcado por la sombra de Messi, es una inspiración para futuras generaciones de futbolistas.
La “Joya” de Córdoba quizás nunca brilló como titular indiscutible en la albiceleste, pero su contribución al fútbol es innegable y seguirá siendo recordada como una de las historias más fascinantes de este deporte.