Gary Cooper, conocido por sus icónicas interpretaciones en películas como *High Noon* (Solo ante el peligro), *Sargento York*, y *Mr. Deeds Goes to Town*, fue una de las figuras más queridas de Hollywood. Su carisma en pantalla y su atractivo natural lo elevaron al estatus de leyenda.

Sin embargo, detrás de su imagen de galán, su vida personal estaba marcada por complejidades y decisiones difíciles que afectaron a su familia, particularmente a su hija, María Cooper. A lo largo de los años, María ha compartido sus reflexiones y recuerdos sobre su relación con su padre, revelando las sombras y luces de una vida marcada por el éxito y el dolor.

En 1933, Cooper se casó con Veronica Balfe, una socialité conocida cariñosamente como “Rocky”. Fruto de este matrimonio, tuvieron una hija, María. Como única hija del famoso actor, María tuvo una perspectiva única sobre la vida de su padre, incluyendo los aspectos más íntimos y, a veces, dolorosos.

Aunque Cooper era un hombre querido y respetado en Hollywood, su relación con la actriz Patricia Neal, con quien tuvo una aventura amorosa durante el rodaje de *The Fountainhead*, afectó profundamente a su familia y marcó el inicio de la ruptura de su matrimonio con Rocky.

Para María, esta situación fue particularmente difícil de procesar. Su amor y admiración por su padre se mezclaron con sentimientos de resentimiento y tristeza.

En diversas entrevistas y en su libro autobiográfico *Gary Cooper: Off Camera*, María reflexionó sobre estos momentos difíciles, recordando tanto los buenos momentos compartidos en familia como el dolor que causó la infidelidad de su padre.

La dualidad de emociones que María experimentó refleja la complejidad de crecer en el seno de una familia afectada por el estrellato y las decisiones personales de su padre.

Uno de los recuerdos que más impactó a María fue un incidente de la infancia de su padre, cuando a los 15 años sufrió un accidente automovilístico que le dejó una lesión permanente en la cadera. Como terapia, el médico le recomendó montar a caballo, lo que, paradójicamente, empeoró su condición física.

Sin embargo, la experiencia moldeó la forma de caminar de Cooper, convirtiéndola en una característica distintiva que fascinaba al público y añadía autenticidad a sus actuaciones. Esa mezcla de vulnerabilidad y fuerza se convirtió en una de las señas de identidad del actor, cautivando a audiencias y generando una presencia en pantalla única.

La vida de Cooper antes de alcanzar la fama estuvo marcada por una fuerte ética de trabajo, cultivada en el rancho donde creció en Montana.

Cuando decidió probar suerte en Hollywood, comenzó en roles menores y como doble, hasta que en 1926 obtuvo un papel importante en *The Winning of Barbara Worth*, que lo lanzó a la fama y le permitió firmar un contrato con Paramount Pictures.

Este fue solo el inicio de una carrera prolífica que abarcó más de 100 películas, donde Cooper mostró su versatilidad y talento en títulos como *Alas*, *El virginiano*, *Adiós a las armas*, y *Solo ante el peligro*.

A pesar de su creciente fama, Cooper mantenía un aura de humildad y sencillez que lo distinguía de otras estrellas de Hollywood. Su devoción aparente por su familia y su ética de trabajo resonaban con sus admiradores y colegas, lo que generó una admiración genuina hacia él.

Su esposa, Rocky, estaba profundamente enamorada de él y a menudo optaba por ignorar las infidelidades de su esposo, aunque esto le causara dolor. En la sociedad de la época, este tipo de actitudes era común, pero eso no restaba la intensidad de las emociones y el conflicto que estas situaciones generaban.

Con los años, María fue más consciente de las indiscreciones de su padre, lo que la afectó profundamente. En una entrevista, admitió haberse sentido traicionada por él, sobre todo cuando las noticias de su relación con Patricia Neal se convirtieron en un escándalo público.

La situación alcanzó su punto culminante cuando, durante la ceremonia de los premios Oscar de 1953, Cooper declaró su amor por Neal, un momento que para María fue particularmente vergonzoso y que la hizo desear desaparecer de la atención pública.

A pesar del dolor, María nunca dejó de amar a su padre. Lo recordaba como un hombre amable, honesto, y, en última instancia, devoto de su familia.

Durante sus últimos años, Cooper experimentó una transformación espiritual, buscando la redención y el arrepentimiento por sus errores. Su devoción por su familia se hizo evidente, especialmente en los últimos momentos de su vida, cuando se acercó más a Rocky y a María, intentando reconciliar los errores del pasado.

María también recuerda con cariño la fuerza y la gracia de su madre, quien, a pesar de las adversidades, siempre se mostró digna y decidida.

La actitud de Rocky frente a los escándalos y el doloroso proceso de perdón hacia Patricia Neal conmovieron profundamente a María, y eventualmente, madre e hija llegaron a reconciliarse con Neal, invitándola a cenar y demostrando la capacidad de perdón que ambas habían desarrollado con el tiempo.

Los romances de Gary Cooper no fueron pocos, y a lo largo de su carrera se le vincularon con numerosas mujeres.

Entre los amores más conocidos del actor estaba su relación con la actriz Lupe Vélez, conocida como “La chispa mexicana”. Su romance, que comenzó durante el rodaje de *The Wolf Song* en 1929, fue apasionado pero volátil.

Cuando Cooper comenzó a trabajar con Marlene Dietrich en *Marruecos*, inició una relación con ella, lo que generó tensiones y hasta una confrontación pública entre Vélez y Dietrich. La vida amorosa de Cooper estuvo siempre marcada por estos episodios de intensidad y drama.

Durante una pausa en su carrera, Cooper viajó a Italia, donde vivió un breve romance con la condesa Dorothy di Frasso. Esta relación lo llevó incluso a embarcarse en un safari en África, demostrando su espíritu aventurero y su búsqueda constante de nuevas experiencias.

A pesar de las dificultades que estas relaciones generaban en su vida familiar, la pasión y el encanto de Cooper parecían ser irresistibles tanto para él como para quienes lo rodeaban.

A medida que Cooper envejecía, sus prioridades cambiaron, y se convirtió en un hombre más reflexivo. Su hija, quien optó por una vida lejos de los reflectores y se dedicó a la pintura, recuerda a su padre con cariño y respeto, reconociendo tanto sus virtudes como sus defectos.

En su libro, María compartió fotografías familiares y momentos privados que muestran a un Cooper diferente, un hombre que, a pesar de sus errores, fue siempre un padre cariñoso y un amigo leal.

La vida de Gary Cooper fue una compleja mezcla de éxito y escándalo, de amor y traición. Su legado en Hollywood sigue siendo recordado, no solo por su talento en la pantalla, sino también por su autenticidad y su personalidad entrañable.

Para María Cooper, su padre fue más que una estrella; fue un ser humano lleno de matices, alguien a quien amó profundamente y a quien perdonó a pesar del dolor.

Su historia es un recordatorio de que incluso las personas que parecen tenerlo todo también luchan con sus propios demonios, y que el verdadero amor implica tanto la admiración como el perdón.