Esta disputa se ha intensificado debido a sus fuertes diferencias sobre el feminismo, la ética profesional y los conflictos personales que ambas tienen.
A través de un intercambio de acusaciones y declaraciones públicas, ambas han expuesto no solo su rivalidad, sino también sus puntos de vista sobre el tratamiento de las mujeres en los medios de comunicación y la figura del feminismo en la sociedad argentina.
A lo largo de este artículo, analizaremos los principales puntos de conflicto entre las dos, el impacto que esto ha tenido en sus carreras y cómo las cuestiones personales se entrelazan con el debate público que se ha generado.
La disputa comenzó cuando Yanina Latorre reaccionó a un comentario de Nancy Pazos, quien la criticó duramente. Latorre, conocida por su estilo provocador y sin filtros, respondió acusando a Pazos de utilizar el feminismo de manera hipócrita.
Según Latorre, Pazos se había presentado como defensora de los derechos de las mujeres, pero sus acciones no coincidían con sus palabras.
En particular, Latorre destacó cómo Pazos había hecho comentarios despectivos sobre otras mujeres en el medio y cómo había tratado de manera irrespetuosa a sus compañeros de trabajo.
Latorre acusó a Pazos de utilizar el feminismo para atacar a sus enemigos y, al mismo tiempo, de no practicarlo en su vida diaria.
Por su parte, Pazos respondió de manera igualmente contundente. La periodista acusó a Latorre de ser una persona malintencionada, con una actitud tóxica hacia sus compañeros y compañeras de trabajo.
Pazos mencionó cómo Latorre había maltratado a otros miembros del equipo, incluidos locutores y productores, y cómo su actitud era dañina para el ambiente laboral.
Además, Pazos cuestionó la ética profesional de Latorre, señalando que la periodista había sido responsable de crear conflictos y divisiones en los equipos con los que trabajaba.
Uno de los puntos más controvertidos en este enfrentamiento fue la acusación de Latorre de que Pazos había insinuado que ella era “cornuda”, un término despectivo que se refiere a una mujer que es engañada por su pareja.
Latorre expresó que se sentía ofendida por este tipo de comentarios y que, a pesar de ser una mujer, no debía ser tratada de esa manera.
En su respuesta, Latorre dejó claro que no toleraba ser insultada de esta forma, y que no era apropiado que Pazos usara esa expresión en el contexto de un debate público.
Latorre consideró que la acusación de Pazos sobre su vida personal era innecesaria y que no tenía cabida en un discurso que debería centrarse en cuestiones profesionales o sociales.
Por otro lado, Pazos defendió su derecho a criticar a Latorre y a opinar sobre su comportamiento. Para ella, las críticas eran parte de su trabajo como periodista y no deberían ser interpretadas como ataques personales.
Pazos también argumentó que Latorre no estaba en posición de dar lecciones sobre feminismo, ya que, según ella, no representaba los valores fundamentales del movimiento.
En su opinión, Latorre utilizaba el feminismo solo cuando le convenía, y no cuando se trataba de defender a las mujeres en situaciones que realmente lo requerían.
Además, Pazos señaló que Latorre no tenía la moralidad necesaria para ser una figura influyente en el feminismo, ya que su comportamiento era en muchos casos cuestionable.
La controversia no solo se centró en el feminismo y las acusaciones mutuas, sino que también abordó temas más personales. Pazos mencionó cómo Latorre había tenido problemas en su vida personal, incluyendo su divorcio y las dificultades laborales que había enfrentado.
Según Pazos, Latorre no tenía derecho a criticar a otras personas cuando ella misma había tenido varios problemas personales que la habían afectado profundamente.
Latorre, por su parte, descalificó a Pazos por sus propios problemas maritales y le recordó que su carrera había estado en declive después de la separación de su exmarido. En este sentido, la disputa también reflejó las tensiones entre las dos sobre quién tenía el control sobre su vida profesional y personal.
La guerra de palabras entre ambas periodistas también tocó el tema de la ética laboral. Latorre acusó a Pazos de ser una mala compañera y de no respetar a sus colegas.
En su opinión, Pazos no tenía el carácter ni la humanidad para ser una figura influyente en los medios. Latorre también mencionó cómo Pazos había tratado de manera despectiva a otros periodistas y locutores, lo que había causado un ambiente de trabajo tóxico.
Pazos, por su parte, defendió su forma de ser y señaló que no podía aceptar el comportamiento de Latorre, al considerar que su actitud era destructiva para quienes trabajaban con ella.
Además de las acusaciones sobre su comportamiento en el trabajo, Latorre también hizo comentarios sobre la vida laboral de Pazos. Según Latorre, Pazos no había tenido éxito en su carrera en los últimos años y había sido despedida de varios medios de comunicación.
Latorre criticó cómo Pazos se había visto obligada a abandonar algunos proyectos y cómo su carrera había caído en picada después de una serie de desacuerdos con compañeros y jefes.
Latorre también mencionó que Pazos no había logrado mantenerse en la cima de la industria, a diferencia de ella, que, según su opinión, había mantenido una carrera exitosa.
Sin embargo, la situación no se limitó solo a las críticas profesionales. Ambos intercambiaron ataques personales sobre su vida privada, acusándose mutuamente de ser responsables de sus fracasos y problemas personales.
Latorre acusó a Pazos de ser una mujer resentida que no podía soportar el éxito de otras, y en particular, de Latorre. Según Latorre, Pazos no había podido superar su propia frustración y resentimiento hacia quienes sí habían logrado avanzar en sus carreras.
El enfrentamiento entre Latorre y Pazos también se extendió al ámbito público, donde ambos intentaron ganarse el apoyo de sus seguidores.
Latorre se mostró segura de que tenía una base de seguidores que la apoyaba, mientras que Pazos trató de argumentar que no solo se trataba de tener seguidores, sino de ser una persona ética y respetuosa con los demás.
A medida que el conflicto se intensificaba, ambos intentaron que el público se alineara con su visión del feminismo y de la ética en los medios de comunicación.
En cuanto a su visión del feminismo, la disputa dejó claro que ambas tienen enfoques muy diferentes.
Mientras que Latorre se presenta como una mujer que defiende sus derechos y los de otras mujeres en el ámbito laboral, Pazos sostiene que el feminismo no solo debe centrarse en el discurso, sino en la práctica diaria de la solidaridad y el respeto hacia las demás personas.
Para Pazos, el feminismo es una herramienta para mejorar la vida de todas las mujeres, no solo para ganar popularidad o para atacar a quienes se consideran enemigos.
En cambio, Latorre parece ver el feminismo como un recurso más para defenderse de las críticas y acusaciones que recibe, utilizándolo de manera selectiva según sus necesidades.
Este conflicto, que comenzó como una discusión sobre feminismo y ética profesional, se ha convertido en un tema central en los medios de comunicación.
A través de este enfrentamiento, tanto Latorre como Pazos han expuesto sus diferencias personales y profesionales, pero también han mostrado cómo las tensiones entre ellas reflejan las divisiones dentro de la sociedad argentina en torno a temas como el feminismo, la ética en los medios de comunicación y las luchas laborales.
Lo que comenzó como una discusión aparentemente trivial ha evolucionado hacia una batalla mediática que ha atraído la atención de muchos, generando un debate sobre cómo las figuras públicas deben comportarse y qué valores deben defender.