Su carrera ha estado marcada por el brillo inigualable de su talento, pero también por las sombras de su indisciplina y una racha interminable de lesiones.
Desde que debutó en el Santos FC hasta sus días actuales en Arabia Saudita, su historia parece una mezcla de gloria, potencial desperdiciado y controversia.
A continuación, exploraremos en detalle la vida futbolística de este prodigio brasileño y analizaremos por qué, a pesar de todos sus logros, muchos consideran que Neymar nunca alcanzó el nivel que su talento prometía.
Nacido en 1992, Neymar mostró desde muy joven un don especial con el balón en los pies. En sus primeros años en el Santos, no solo le devolvió los días dorados al club, sino que también comenzó a ser comparado con las leyendas del fútbol brasileño como Ronaldinho, Ronaldo y Pelé.
Su habilidad para eludir defensores, su olfato goleador y su capacidad para decidir partidos en momentos cruciales lo convirtieron rápidamente en un ícono nacional.
A medida que Neymar destacaba en el Santos, las grandes ligas europeas se fijaron en él. El FC Barcelona fue el destino elegido, y ahí comenzó la etapa más brillante de su carrera.
En el Barcelona, Neymar formó parte del tridente ofensivo más temido de la época: la MSN, junto a Lionel Messi y Luis Suárez. Juntos, ganaron prácticamente todo, incluidas una Liga de Campeones de la UEFA y varios títulos nacionales.
Fue en esta etapa donde el brasileño mostró su máximo potencial, combinando su habilidad natural con un entorno disciplinado y competitivo.
Sin embargo, el éxito del equipo estaba fuertemente ligado a Messi, lo que llevó a Neymar a buscar su propio protagonismo. En 2017, tomó una decisión que cambiaría el rumbo de su carrera: fichar por el París Saint-Germain (PSG) por una cifra récord de 222 millones de euros.
En París, Neymar encontró un espacio donde él era el centro del proyecto. Sin embargo, también se convirtió en un lugar donde su indisciplina y su falta de compromiso comenzaron a ser más evidentes.
Aunque tuvo destellos de brillantez, como llevar al PSG a su primera final de la Champions League en 2020, sus años en Francia estuvieron marcados por una cantidad preocupante de lesiones.
Desde su fractura metatarsiana en 2018 hasta varias dolencias musculares, Neymar pasó más tiempo en la enfermería que en el campo de juego.
En total, se perdió más de 170 partidos debido a lesiones, un número que pesa enormemente en la evaluación de su carrera.
Las lesiones de Neymar no solo le costaron en el ámbito de los clubes, sino también en su carrera internacional con la selección brasileña. En el Mundial de 2014, celebrado en su tierra natal, sufrió una fractura de vértebra en los cuartos de final contra Colombia, lo que lo dejó fuera del torneo.
Brasil, sin su estrella, fue humillado 7-1 por Alemania en las semifinales, un resultado que aún resuena en la memoria colectiva del país. En el Mundial de 2018, llegó fuera de ritmo debido a otra lesión y no pudo liderar a Brasil más allá de los cuartos de final.
En 2022, en Catar, a pesar de mostrar destellos de su antigua magia, nuevamente las lesiones y la falta de consistencia del equipo brasileño impidieron que alcanzara la gloria mundialista.
El tema de las lesiones recurrentes de Neymar no puede desvincularse de su estilo de vida fuera del campo. A diferencia de figuras como Lionel Messi o Cristiano Ronaldo, quienes han mantenido una disciplina física impecable durante sus largas carreras, Neymar ha sido conocido por su amor por las fiestas y el lujo.
Incluso hay teorías sobre su tendencia a “lesionarse” coincidiendo con el cumpleaños de su hermana, algo que ha sucedido en varias ocasiones y ha alimentado las críticas hacia su compromiso profesional.
Aunque es cierto que las lesiones pueden ser impredecibles, también es innegable que el cuidado físico y la disciplina son factores clave para minimizarlas, algo que Neymar nunca pareció priorizar del todo.
Otro aspecto que ha marcado su carrera es su capacidad para deslumbrar con su habilidad técnica. A pesar de todos los contratiempos, Neymar sigue siendo uno de los pocos jugadores capaces de dejar boquiabiertos a los aficionados con su control del balón.
Ha sido amonestado varias veces por “exceso de magia”, una muestra de cómo su talento trasciende lo ordinario. Sin embargo, la magia en el campo no siempre ha sido suficiente para compensar la falta de consistencia y el impacto negativo de su vida fuera del fútbol.
En 2023, Neymar decidió seguir los pasos de Cristiano Ronaldo y trasladarse a Arabia Saudita, fichando por el Al-Hilal por una suma astronómica. Esta decisión fue vista por muchos como el inicio del tramo final de su carrera, una búsqueda de fortuna en lugar de gloria deportiva.
Apenas comenzaba a adaptarse a su nuevo equipo cuando sufrió una rotura de ligamento cruzado durante un partido con la selección brasileña, una lesión que lo mantendrá fuera de los terrenos de juego por al menos seis meses. Este último golpe parece ser el capítulo más reciente en una carrera llena de altibajos.
A pesar de todos sus logros, incluyendo múltiples títulos de liga, copas nacionales y una medalla de oro olímpica con Brasil, queda la sensación de que Neymar pudo haber alcanzado mucho más.
Con su talento innato, muchos lo veían como el heredero natural de Pelé, pero su falta de disciplina y su propensión a las lesiones lo alejaron de ese destino.
Incluso ahora, con 31 años, su futuro en el fútbol es incierto. Aunque todavía tiene tiempo para redimirse, las probabilidades de que recupere su mejor nivel son escasas.
La historia de Neymar es, en última instancia, una lección sobre cómo el talento por sí solo no es suficiente para alcanzar la grandeza. La disciplina, el compromiso y la mentalidad son elementos igual de importantes, algo que figuras como Messi y Cristiano Ronaldo han demostrado a lo largo de sus carreras.
Neymar será recordado como uno de los jugadores más talentosos de su generación, pero también como una de las mayores promesas que nunca se materializaron por completo.
En conclusión, Neymar es un reflejo de las complejidades del fútbol moderno. Un jugador que podía hacer magia con el balón, pero que no siempre supo manejar las responsabilidades y sacrificios que conlleva ser una estrella.
Su carrera, llena de momentos de gloria y decepción, es un recordatorio de que el talento, aunque sea extraordinario, necesita ser respaldado por una mentalidad fuerte y una ética de trabajo inquebrantable.
Neymar pudo haber sido el verdadero heredero de Pelé, pero, en lugar de eso, su legado quedará marcado por la pregunta eterna de “¿y si?”.